Recreación en clave de ficción de la matanza ocurrida en el instituto Columbine por parte de dos adolescentes. Es un bonito día de otoño. Eli, camino de clase, convence a una pareja de rockeros para hacerles unas fotos. Nate termina su entrenamiento de fútbol y queda con su novia Carrie para comer. John deja las llaves del coche de su padre en la conserjería del instituto para que las recoja su hermano. Así, un día cualquiera, los estudiantes de este instituto norteamericano hacen su vida rutinaria: van a clase, se cruzan por los pasillos y conversan, hacen deporte, comen en la cafetería, realizan sus actividades, etc. Pero ese día no será como los demas.
Algo que enriquece mucho este trabajo es la multiplicidad de perspectivas sobre la misma historia. La ausencia de música incidental en escenas largas y sin diálogos cumple el objetivo de reflejar la realidad con mayor fidelidad. Realidad que es silenciosa a pesar del ruido ensordecedor que la cubre. Los diálogos que parecen fortuitos son en realidad una guía sobre la que fluye el argumento de una historia que, si es aislada del aire ajeno y espectacular que le concedieron los medios en su momento, se descubre como una tragedia con fundamentos suficientes para predecirla pero no para evitarla.
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