Los mundos que crea Woody Allen en sus películas, hay que decirlo, no varían demasiado. Las obsesiones son siempre las mismas, y el retrato reiterado de las absurdas relaciones humanas son el epicentro de su neurosis (¿y de quién no?). Afortunadamente, Allen, transformó todos sus delirios en comedias, que se repiten, pero nunca se agotan.
Manhattan fue una especie de revolución para la época (no me pregunten por qué), filmada en blanco y negro, y según el propio Allen, es una película romántica insipirada en la música del compositor George Gershwin. La banda de sonido claramente impone el ritmo de esta oda a New York, la más estética, dicen, de las obras de Allen. Ahora, con respecto al romanticismo, bueno, imagino que se habrá referido sobre su amor hacia Manhattan.
Isaac Davis (Allen) es un escritor de gags para televisión que ha pasado los cuarenta, y que tras conocer dos fracasos matrimoniales mantiene una relación con una joven de diecisiete años llamada Tracy (Mariel Hemingway, nieta del celebérrimo escritor), pero se enamora de Mary Wilkie (Diane Keaton), amante de su mejor amigo Yale (Michael Murphy).Manhattan fue una especie de revolución para la época (no me pregunten por qué), filmada en blanco y negro, y según el propio Allen, es una película romántica insipirada en la música del compositor George Gershwin. La banda de sonido claramente impone el ritmo de esta oda a New York, la más estética, dicen, de las obras de Allen. Ahora, con respecto al romanticismo, bueno, imagino que se habrá referido sobre su amor hacia Manhattan.
Su última esposa (Meryl Streep) se ha fugado con una lesbiana y está a punto de publicar un libro con
todo tipo de detalles sobre su vida sexual. En resumen, una telenovela venezolana.
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