
Pelicula que Einsenstein consideraba sería su obra  maestra, pero cuya realización quedó frustrada por pleitos con los  productores estadounidenses (El último episodio, "Soldadera", jamás se  filmó), ¡Qué viva méxico! quedó arrumbada por décadas, hasta  que el colaborador de Einsenstein, G. Aleksandrov, intentó montarla  siendo fiel al guión del director soviético.
Como  otras películas de Einsenstein -tal vez el director más famoso de la  historia del cine-esta cinta fue pensada como una especie de sinfonía,  dividida en cuatro movimientos, más un prólogo y un epílogo. El prólogo  presenta imágenes alegóricas al México prehispánico. El episodio  “Sandunga” recrea los preparativos de una boda indígena en Tehuantepec.  “Fiesta” desarrolla el ritual de la fiesta brava, mientras que “Maguey”  escenifica la tragedia de un campesino victimado por rebelarse contra su  patrón. “Soldadera” muestra el sacrificio de una mujer revolucionaria.  El epílogo, también conocido como “Día de muertos”, se refiere al  sincretismo de las distintas visiones que coexisten en México alrededor  del tema de la muerte.
La película, sobre todo  el episodio "Maguey", influiría notablemente en los directores  mexicanos de la edad de oro, como el Indio Fernández, Ismael Rodríguez,  Galindo, Menéndez, entre otros, que en esos años aún eran aprendices. 
Clásico  indiscutible, es una de las primeras obras que muestran Latinoamérica  en toda su dignidad, miseria y riqueza, aunque con la mirada de lo  "exótico", natural en unos rusos que se acercaban a un país tan extraño y  distinto para ellos...

 
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